lunes, 2 de agosto de 2010

terraza

En realidad no había mucho de qué hablar.
Desde el café vimos la terraza de un hotel caro y decidimos intentar subir. 

No era tan bonito como lo esperábamos.

A la vuelta había otro hotel y parecía tener algo arriba, no se  veía casi nada pero qué diablos.
Las escaleras eran eternas y ya tenía hambre.

Todas las puertas abiertas y al final ese espacio nos sorprendió. La tarde era azul.