Acabo de conocer a esta mujer y estoy asquerosamente sorprendido. El realismo mágico de Márquez me aburre, Elena en cambio, me hace soñar. Un cuento que es la puta onda.
— Así es — contestó con su voz arriba de la mía. Y me vi en sus ojos y en su cuerpo. ¿Sería un venado el que me llevaba hasta su ladera? ¿O una estrella que me llevaba a escribir señales en el cielo? Su voz escribió signos de sangre en mi pecho y mi vestido blanco quedó rayado como un tigre rojo y blanco.
LA CULPA ES DE LOS TLAXCALTECAS
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